domingo, 7 de septiembre de 2008

¿Somos maestros aplicados?

El tacto pedagógico es la forma de ser y actuar con los niños. Se puede poner en evidencia evitando la intervención, mostrándose abiertos a la experiencia del niño, adaptándose a la subjetividad, como una influencia sutil, como una seguridad situacional y como un don de la improvisación.

Hacer lo que es correcto o bueno para el niño. Para esto se sugiere: preservar un espacio para el niño, proteger lo vulnerable, evitar que se haga daño, recomponer lo que se ha roto, reforzar lo que es bueno, resaltar lo que es único y favorecer el crecimiento personal. Pero también significa retirarse cuando sea posible, pero mantenerse disponible para cuando las situaciones y actuar por si mismo y a su manera, darle la libertad al niño de cometer errores y aprender de forma autónoma.

Un educador que tenga tacto se da cuenta de que debe cruzar una barrera para llegar al lado del niño, tiene que estar al lado del niño y ayudarle a localizar los lugares por donde cruzar barreras y encontrar los medios para que consiga llegar al otro lado, a este mundo con éxito.

Sin darnos cuenta podemos percatarnos que los alumnos se comiencen a peinar como su maestro y tomar distintas costumbres de él, por lo que el maestro debe ser ejemplo ante sus alumnos para evitar un mal comportamiento por parte de ellos; algunas veces los profesores no nos damos cuenta de cómo influimos en nuestros alumnos, incluso en aquellos que menos imaginamos. Por que la influencia llega a ser tan sutil que no llegamos a notarlo. Los niños tienden a admirar y apreciar al profesor que tiene estilo o personalidad siempre que esta apariencia sea auténtica

El aprendizaje es un proceso de explicación y de clarificación desarrollado progresivamente a partir de experiencias.

Personalmente la lectura me pareció de gran interés ya que éste es un tema del cual se habla poco mediante la formación docente aún siendo una de las principales cualidades con la que éstos deben contar, pues un maestro sin “tacto pedagógico” como se maneja arriba, difícilmente podrá desempeñar su labor como es debido, satisfaciendo las necesidades de los niños que en ocasiones únicamente necesitan algo de comprensión y sentido común del profesor.

Al analizar estas lecturas me doy cuenta de la proporción de la responsabilidad que tendré en mis manos ya como docente pues no simplemente cuenta manejar correctamente los contenidos, estar documentada o investigar, esto sin duda es importante, pero lo que me deja la lectura es la importancia de dicho “tacto” para saber interactuar con los niños, comprenderlos e interesarme mas en lo que ellos sienten y en su interpretación de las cosas. Saber actuar sensiblemente ante los problemas que se puedan presentar en el contexto del aula, sin caer en acusaciones o evidenciar el problema.

Manen, Max van (1998), “El tacto pedagógico” y “El tacto y la enseñanza”, en El tacto en la enseñanza. El significado de la sensibilidad pedagógica, Barcelona, Paidós (Paidós Educador, 135), pp. 159-214

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